Profeta, sacerdote, rey y juez.z

Les levantaré de entre sus hermanos un profeta como tú. Pondré Mis palabras en Su boca. Él les dirá todo lo que Yo le mande. Y a quien no obedezca a Mis palabras, que hablará en Mi nombre, sucederá que Yo mismo lo haré responsable.e

Antes que nada, recordar a todos los rebeldes que Dios aún posee la ley y determina su interpretación. Debía también revelarnos en base a la ley el camino de nuestra salvación, y por último alentarnos a confesarnos Suyos frente al mundo.o

Hasta el día de hoy el Señor Jesús por amor nos anuncia en el poder de su Espíritu, sobre todo a través de los predicadores de su Palabra y los signos del pacto, que Él es el propósito de la ley y el camino al Padre. Y nos invita a confiar a toda costa sólo en Él, a fin de eximirnos de la culpa y castigo que merecemos.s 

Eres sacerdote a eternidad como Melquisedec.c

Convencernos de la gracia de Dios con pan y vino, sacrificarse una vez por nuestro pecado y luego interceder y suplicar al Padre por nosotros.s

El Señor Jesús se ofreció a Sí mismo como último cordero de la Pascua para quitarnos todo temor, vergüenza y culpa. Nos representó en el infierno de la cruz y ahora en el cielo. Allí presenta al Padre su sacrificio como precio válido por la absolución de todos los que confían en Él.l

G¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Haz ruido, hija de Jerusalén! Tu Rey vendrá por ti. Es justo y vencedor.r

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Porque el Señor nuestro Juez, el Señor nuestro Legislador, el Señor nuestro Rey, Él mismo nos salvará.á

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Vencer al pecado, a la muerte, al mundo y al demonio, protegernos, repartir el botín de su victoria según su criterio y, finalmente, condenar a quienes no creen.n

El Señor Jesús venció a la muerte en la cruz. Su sacrificio como Hijo de Dios y hombre inocente expía todo nuestro pecado, que exigía muerte eterna. Él vive y revive a través de su Espíritu a todo el que lo honra y confiesa como su único Salvador, como Rey que un día juzgará cada pensamiento, palabra y hecho.o